La maldición del teatro Romea

Corría el siglo XIX cuando, mediante la Desamortización de Mendizábal, el Estado confiscó numerosos bienes a la Iglesia. Esta ley afectó al convento de Santo Domingo, que derriban y dejan como solar. Sobre éste último se decidió construir un teatro.

El cementerio del convento, supuestamente se trasladó a otro lugar, pero un monje del convento, no contento con esta medida, a través de la reja, lanzó una maldición sobre el teatro y predijo tres incendios. En el primero de ellos no moriría nadie, en el segundo fallecería una persona, y en el tercer incendio, cuando el teatro estuviera completo, morirían todos. 

Tras cinco años de obras el resultado fue un edificio de 64 metros de largo, 37 de ancho y  15 de alto. El nuevo teatro se inauguró el 26 de octubre de 1862 con el nombre de Teatro de los Infantes. La inauguración fue realizada por la reina Isabel II y la primera obra que se representó fue «La Cruz del Matrimonio», una comedia de Luis de Eguilaz, por la compañía del actor Julián Romea.

El 6 de octubre de 1868, el ayuntamiento cambia el nombre del teatro a «Teatro de la Soberanía Popular» y finalmente en 1872, el teatro pasa a llamarse «Teatro Julián Romea», denominación que persiste hasta nuestros días.

En el primer incendio, la noche del 8 de febrero de 1877, se declara un incendio en el teatro. El motivo, al parecer, fué que una de las bengalas que se utilizaban en la representación no se apagó bien, desatándose un terrible incendio que destruyó por completo la sala de representaciones y que afectó parcialmente al resto del edificio.

Periodico La Paz

En este incendio, por fortuna, no murió nadie 

El teatro permaneció cerrado durante tres años, mientras se llevaron a cabo las obras de reconstrucción. El 11 de diciembre de 1880 el Teatro Romea volvía a abrir sus puertas

En el segundo incendio ocurrió la tarde del 10 de diciembre de 1889. El teatro estaba en esta ocasión repleto de espectadores. De repente se vio una especie de relámpago en la parte superior del escenario. La descarga eléctrica produjo fuego en el escenario, los actores gritaron que no pasaba nada, que se mantuviera la calma y la orquesta siguió tocando, con lo que en los primeros momentos se mantuvo la calma. Los espectadores comenzaron a abandonar el teatro con tranquilidad hasta que se vio arder una de las bambalinas y propagarse la llama. 

De pronto cayó ardiendo uno de los telones y entonces fue cuando los espectadores, los artistas y los músicos, salieron corriendo hacia la salida. Por suerte la aglomeración no era mucha y poco a poco pudieron ir saliendo todos.

Esta vez el teatro sí se cobró una víctima, Antonio Garriguez Domenech, un joven de 17 años, hijo del empleado de maquinaria Ramón Garriguez, que volvió a entrar una vez a salvo, para recoger una manta.

Segundo incendio del teatro

En esta ocasión la causa del incendio había sido por la combustión del un manojo de cables del alumbrado eléctrico y el relámpago que el público había visto no era otra cosa que una descarga eléctrica

Al poco se iniciaron las obras de reconstrucción, el encargado fue de nuevo el arquitecto Justo Millán. La reinauguración tuvo lugar el 16 de febrero de 1901.

 Inauguración del teatro Romea

Desde entonces, se dice que el taquillero o taquillera del teatro siempre se guarda una entrada para que de esta manera nunca se pueda cumplir la tercera maldición y el teatro nunca esté completo. 

Realidad o ficción. Una leyenda más de la maravillosa ciudad de Murcia.

 

Recibid un saludo

Juanjo O’Pater